Hija de italianos y vasco franceses, Maricel Soledad Cicala, nació en Buenos Aires el 17 de septiembre de 1976. Luego de egresar del bachillerato, pierde un año luchando contra la ignorancia oculta en la frase pintando te vas a morir de hambre y tantas otras por el estilo. A los 19 años, al descubrir que la pasión es más fuerte, ingresa en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredon, y hoy, después de un largo camino, el arte es su trabajo, como artista y como docente.Cicala se construye a sí misma desde la niñez. Del block ?El nene? al papel escenográfico y de las pinturitas al acrílico. Luego vinieron el grafito, la carbonilla, la tinta china, los lápices acuarelables, tiza pastel y al final? todo vale.Hasta el año 2011 su obra tiene la síntesis la frescura y la ingenuidad de los niños. Así pinta la vida, la muerte, el sexo y el encuentro de las hadas. Es simple, directa, llena de imaginación y de color. Si algo la caracteriza es que no tiene interpretaciones, hipocresías o zonas oscuras. No tiene guerras. Su pintura es plana, contundente, imaginativa y amorosa.En el otoño del 2012 se inicia en el Budismo Zen en el Templo Dhammapada. Esto da comienzo a la serie budista en acrílico sobre papel o madera, que continúa hasta la actualidad. Esta obra se caracteriza por la minuciosidad, la perfección y la simetría. La técnica final de sombreado en grafito ofrece una terminación cautivante. Hoy, como evidente signo de desarrollo madurativo, su obra sintetiza la visión de la niña y de la mujer.Texto por Eduardo Cossavella